Érase una vez Blackberry, una marca de teléfonos móviles que vivía prósperos años y obtenía altos beneficios. Eran muchos los que les seguían, desde empresas y ejecutivos a usuarios de a pie que buscaban la sencillez en un mercado con poca oferta y mucha demanda.
Eran tiempos felices, en los que el 20% de la tarta de chocolate de los fabricantes era pastel comido. Ahora, pasados unos años, se han quedado con las migajas y alcanzan al 2%.
Quizás el lobo de los avances tecnológicos, la manzana de Apple o el gigante de Samsung han provocado que los nuevos planteamientos del empequeñecido fabricante sean dejar de hacer móviles.
Si bien la empresa apuesta fuerte por la seguridad en sus teléfonos frente a otras vulnerabilidades de otras marcas, no parece que sea compensatorio.
Solo en marzo, Blackberry perdió 423 millones de dólares, con un descenso de ingresos del 64%.
En los últimos tres años, los despidos han ascendido a 9.500 empleados. Es más de la mitad de la plantilla de contratación directa.
Hoy, hablan de cómo les gustaría liderar las comunicaciones entre máquinas y que pase la pesadilla. Para eso, necesitan mayores acuerdos con empresas tecnológicas, sanitarias o de automóviles.
Les interesa sobre todo el área financiera y legal, que requiere gran seguridad. Todo, con la vista puesto en algo más que los móviles y en unos objetivos obligados en muy corto plazo de tiempo.
De no conseguirse, tendríamos que decir 落荒而逃的宝宝 (“Hasta la vista, baby”) a su consejero delegado John Chen y a la marca que tanto ha apoyado el avance de la telefonía móvil mundial.
Vía: Reuters
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