Hace unos días que se ha sabido que Orange va a seguir invirtiendo en su sistema de reconocimiento o tratamiento de voz en su servicio de atención al cliente. Penoso, horrible, catastrófico. Hace un mes hablábamos de algo similar en Movistar, y en el descenso a los infiernos en que se ha convertido hacer una llamada a su CAC.
Resumiéndolo en pocas palabras: cuando llamas desesperado por solucionar cualquier problema confías en poder exponerlo a una voz humana, aunque luego el teleoperador de turno no tenga ni idea y termine por darte más y más vueltas. Pero ahora te encuentras con una interminable locución que se convierte en una retahíla de preguntas con respuestas como: “sí, no, otras consultas, este mismo” o parecidos.