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El teléfono móvil comienza a tener cada vez más presencia en las aulas gracias a una educación moderna y unos profesionales que han sabido adaptarse a la tecnología del presente y del mañana.
El hecho de saber aprovecharlo hace que quienes lo usen tengan claras ventajas frente al resto. Unos aprenden chino y a otros le da por aprovecharse de un medio inigualable para conocer lo que se cuece en el mercado laboral y para desarrollar más y mejor todas las capacidades cognitivas.
La tiza ya no está de moda, lo que está en alza es usar los deditos para recorrer pantallas brillantes buscando las estrellas.
Un buen ejemplo es Cataluña, donde a partir del curso que viene los colegios e institutos públicos podrán usar el móvil como elemento educativo. Es, según dicen, «una oportunidad única de presentar orientaciones sobre su buen uso y de articular la comunicación entre alumnos, profesores y familias».
Es evidente que este avance requiere un control riguroso y una educación paralela en cuanto al uso del «Candy Crush» y sus secuaces, pero eso no debe significar que se prohíba el uso del móvil para poder desarrollar todo su potencial. Tanto es así, que está previsto que se elaboren documentos de compromiso para que los propios alumnos y sus padres firmen a modo pautas claras.
Así, lo que está planificado es que las normas creadas sirvan para potenciar el uso del móvil para adquirir la competencia digital, lo incorporen en el currículum, sepan regularlo según los espacios y momentos, comunicar, difundir y responsabilizar por igual a alumnos y familias, e incluir la regulación y las previsiones de actuación en caso de incumplimiento en las normas de funcionamiento del centro.
Estas normas aparecen ya reflejadas en el documento elaborado por la Generalitat, «Las tecnologías móviles en los centros educativos». Fue presentado en marzo de 2015 en la jornada mSchools “Changing Education Together”, durante el Mobile World Congress.
Más información: Las tecnologías móviles en los centros educativos y Brindging Learning Experiences
