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La tecnología vence al sistema judicial

«Reloj no marques las horas porque voy a enloquecer» es la frase más recurrente para cualquier juez que se enfrente a un caso en el que el uso de las nuevas tecnologías juegue un papel importante.

La justicia requiere una modernización urgente y permanente para poder arrojar clarividencia ante los casos que comienzan a aparecer con mensajes de móvil o correos electrónicos como pruebas.

¿Cómo saber que no están manipulados? ¿Cómo conocer el contexto real, las coacciones que pueden llevar a escribirlos o que, simplemente, es realmente el titular del teléfono o la cuenta quien los escribe?

Tan retrasada va la Justicia española que la gran mayoría de pruebas se rigen por una ley obsoleta (Ley de Enjuiciamiento Civil del año 2000) cuando existen sistemas de creación posterior, como WhatsApp y que dificilmente se amoldan a una norma creada hace ya 14 años. 

Tanto es así que la decisión sobre si una prueba es o no válida se desliga del propio juez por su falta de conocimiento y se une a la figura del perito tecnológico. Son muchos los expertos que demandan la necesidad de conocimientos tecnológicos en las oposiciones, así como la actualización periódica de los conocimientos.

Estos días, de hecho, vuelven a ponerse en entredicho las medidas de seguridad de herramientas de mensajería instantánea, como WhatsApp. Todo, para que se siembren las dudas de la veracidad de pruebas que no pueden ser manipuladas.

Es al menos lo que demuestra el experimento de dos hackers españoles, que han demostrado un agujero del servicio del que hacemos uso a diario para hablar con nuestros contactos sin tener que llamarles.

Jaime Sánchez y Pablo San Emeterio han conseguido demostrar que es posible suplantar la identidad del emisor de los mensajes. 

El alcance del problema es tal que cualquier juzgado podría dar por válidas pruebas que en realidad no lo son y acusar a inocentes de hechos delictivos que no han cometido. «Muy heavy«, que diría el Sr. Jagger.

Es un agujero de seguridad difícil de encontrar y solo accesible a grandes expertos, pero no por eso inexistente y carne de cañón para acusadores y personas que buscan limpiarse las manos o que otros carguen con la culpa.

Para muestra un botón, ya han sido varios los casos en los que el uso de WhatsApp se ha tomado como prueba. En Julio de 2011, por ejemplo, la Audiencia Provincial de Las Palmas hice válida una sentencia por injurias que se valía en parte de una conversación de WhatsApp entre la acusada y el novio de la denunciante.

Y ya han sido muchas las conversaciones que resultan ser falsas por métodos de falsificación menos sofisticados basados en tratamiento de imágenes. ¿Qué podría lograr alguien con mayores conocimientos y con un premio económico muy elevado?

Este nuevo agujero de WhatsApp no es fácil de detectar. Según estos descubridores, sería necesario tener acceso a los dos teléfonos, al informe de transferencia de los datos e incluso a los routers.

Lo único que queda claro es que es necesario que el sistema judicial se modernice e incorpore más ingenieros y expertos para velar por la presunción de inocencia y luchar contra quienes tratan de crear injusticias y falsos culpables.

Al cierre de este artículo, el agujero de seguridad de WhatsApp aún no se había corregido.

Vía: El País

Más información: WhatsApp, Poder Judicial

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